Parajes Naturales

Romancos cuenta con barrancos, laderas y valles, abundantes manantiales y comunidades vegetales que lo convierten en un entorno que esconde bellos parajes naturales donde el agua, rica en carbonatos, crea piedra de toba a su paso dando lugar a rincones muy bellos tapizados de musgo y helechos.
 

Principales parajes a descubrir:

El Huerto Romero

La Tobilla

La Hoya y las Peñas

El Vallejondo y el Mirador de la Quebrada

El Barranco del Berral

Las Peñas del Santo Cristo

El Barranco de la Fuente del Tesoro

Montemayor y la Fuente de la Sufre

Caserío de El Montefrio

La Vega del río Tajuña

 

 

 

El Huerto Romero
Toba Huerto RomeroEl encuentro de diferentes vallejos junto al pueblo de Romancos da lugar amplias zonas aptas para la actividad hortícola, hoy prácticamete olvidada. El rincón que mejor resume este hecho es el Huerto Romero, un paraje situado aguas abajo del pueblo en un meandro del arroyo Berral, frondoso, fresco, cargado de fuentes, vegetación e historia. Se accede al paraje bajando por el camino del cementerio y tomando el ramal que sale a la derecha a la altura del antiguo lagar. En un corto paseo que serpentea entre robles llegamos al lugar en unos diez minutos.

El protagonista de este espacio es el conjunto de peñas tobáceas por las que se precipita la fuente del huerto Romero entre musgo, mentas y copudos saúcos. La chorrera es recogida en una reguera junto con otras fuentes aledañas: la Fuente del Mojón, la Fuente de la Gotera y otros regatos cuyos nombres se han perdido en el tiempo, para regar los frutales adyacentes: nogueras, membrillos, manzanos, cerezos, etc.

Tras la chorrera aparece una cuevecilla con ventanuco labrada directamente en la roca de toba, que según textos de Pareja Serrada fue un enterramiento extraño probablemente de época celtibérica y que fue descubierto por los lugareños al extraer piedra para sus casas.

Los prados verdes en los aledaños harán las delicias de cualquier excursionista que tenga a bien merendar a la sombra de la chopera del Berral, beber el agua de sus manantiales o sencillamente deleitarse con el paisaje.

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La Tobilla

TobillaAl noroeste del pueblo se abre el barranco de la Tobilla, que desde los altos de la Alcarria desciende rápidamente hacia el arroyo Berral poco antes de que éste entregue sus aguas al Tajuña.

El paraje de la Fuente de la Tobilla se encuentra en el tramo medio del citado barranco y se presenta como un rincón encantador con una sugerente cascadilla de agua que cae desde unos 6 metros en finos hilos creando verdor en la roca. El nacimiento de ésta fuente, bajo las raíces de un gran chopo, no hace sino añadir deleite a este enclave. A los pies de la chorrera nacen más manantiales que se juntan para formar un alegre arroyuelo que más abajo se enriquece con la Fuente del Escudero, la Fuente de la senda de la mano y otras hoy ocultas entre juncos y zarzas. Nogueras, avellanos y chopos serán los árboles insignia de esta veguilla, mientras que en los montes aledaños se da el roble, y el verde tenue de los olivares abandonados.

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La Hoya y Las Peñas

Enfrente del Pueblo, cuales vigías o protectoras desde siempre, se alzan "Las Peñas", unos roquedos calizos que constituyen el remate del páramo y fueron cortados por la actividad fluvial de tiempos remotos. Este enclave conforma una especie de hondonada, conocida popularmente como "La Hoya" y que desde el punto de vista geológico es una dolina, formación muy poco común en la Alcarria al contrario que en la zona del Alto Tajo. La citada Hoya, aparece presidida por las imponentes rocas o Peñas, a cuyos umbrosos pies se derrama un bosque en excelente estado de conservación y valor botánico por su condición relíctica en la zona. Aparecen arces de Montepellier de grandes proporciones, guillomos, lantanos, madreselvas y un curiosísismo sotobosque de gayuba salpicado de herbáceas y arbustos más propios de climas más norteños.
En el fondo de la Hoya se conservan diferentes muros y corrales destinados al ganado, en desuso desde hace décadas y por ello cubiertos de mucho musgo y misterio. Por todo ello, el paraje de las Peñas es quizás el más ancestral y enigmático de los rincones de Romancos, por lo que es muy recomendable la visita al mismo.

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El Vallejondo y el Mirador de la Quebrada

Vistas VallejondoEntre los términos de Romancos, Archilla y Tomellosa, se abre este corto pero precioso valle conocido como "Vallejondo" debido a su apariencia profunda. Este efecto es debido a los cortados de piedra caliza que se abren a ambos lados del valle elevándose más de 20 metros sobre un magnífico bosque de encinas y robles. Escondida entre la espesura en la ladera umbrosa del valle se esconde la enigmática Fuente de las Ánimas.
Sobre uno de los roquedos o quebrados, desde el lado romanqueño, se tienen las mejores vistas de este valle y de la vega del Tajuña aguas abajo del pueblo de Archilla.

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El Barranco del Berral

Vistas Barranco del BerralPasear por la cabecera del barranco del Berral es un viaje a los orígenes del arroyo, del paso de las gentes que fundaron estos pueblos, roturaron estas tierras y usaron los montes de la Alcarria. La cabecera de este barranco se encaja en los páramos que separan las aguas del Tajuña y el Tajo. Suavemente se va encajando para crear un valle de muchos meandros en busca del río. En su parte más alta queda el paso del histórico Camino Real, que parece ser sirvió de unión entre el Camino de Toledo que transcurría paralelo al río Tajuña y la Cañada Oriental Soriana que pasa por el borde nordeste del término de Romancos, junto al Pinar del Sexmo. Pasado el histórico camino entramos en un ir y venir de cuestas de encinar y romero, y una larga plantación de chopos que vertebra todo el fondo del barranco. Las fuentes que podemos encontrar nos hablan de animales: del carnero y de la golondrina y poco más abajo el gran manantial que brota para dar a luz el arroyo: La fuente del Berral.
El valle recibe su primer barranquillo por el lado oriental, lugar abundante en manantiales y que no pasó inadvertido a antiguos pobladores ya que ahí fundaron Valdelacueva, allá por el medievo y que como tantos otros pueblos desapareció a principios del siglo XV. De este despoblado quedan los bancales para sus huertas y el recuerdo de piedras y losas funerarias hoy comidas por las zarzas.
Desde este punto el barranco se torna más amable y amplio dando lugar a las primeras huertas y encauzando sus bravías aguas entre cortados de toba hacia el paraje del Santo Cristo.

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Las Peñas del Santo Cristo

Piedras Santo CristoEl arroyo Berral encuentra su primer molino, su primera ermita y sus grandes riscos en este paraje cargado de belleza, además del cariño de los romanqueños que gustan de pasearse todas las tardes por él. Unos roquedos suspendidos sobre el camino llaman poderosamente la atención por no ser una formación geológica muy común en la comarca. Las rocas de naturaleza tobácea aparecen horadadas de cuevas sugerentes y a sus pies el "Molino de Arriba", encantador con sus saltos de agua y el extenso nogueral que tiene como patio. Junto al camino, con las rocas como telón de fondo se encuentra la ermita del Santo Cristo, obra sencilla del siglo XVII. Al otro lado del arroyo se extienden las Cuestas del Ortego, un auténtico vergel de robles, nogueras, arces y guillomos. En las tardes de otoño con la sorprendente mezcla de colores que se dan, dar un paseo por aquí sea uno de los mejores regalos.

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El Barranco de la Fuente del Tesoro

Paraje Fuente del TesoroNos encontramos al otro lado del Tajuña, entre las alcarrias de este río y el Ungría. Entre ambos se abre este barranco que más abajo los archillanos conocerán como Barranco del Val. La cabecera del barranco pertenece al término de Romancos, e históricamente fue un remanso de frescor para las gentes que debían acercarse hasta tan lejos para las labores del campo. La protagonista del lugar es la Fuente del Tesoro, lo que nos da idea de la valía del manantial para aquellas gentes. Junto a la fuente se da el romero en abundancia, los enebros y los gruesos chaparros, además de fértiles praderas que apacientan el ganado romanqueño.

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Montemayor y la Fuente de la Sufre

Paraje La SufreEl término de Romancos linda al norte con el altivo Montemayor, cota máxima de estas alcarrias (1.064 m) y evocador emplazamiento del antiguo poblado vigilante desde tan excelente atalaya. El citado monte se eleva vestido de oscura carrasca, entre el arroyo de Pajares, la vega del Tajuña y un barranquillo en cuya cabecera mana la fuente de "La Sufre" o del Azufre. Se accede a dicha fuente desde unos antiguos tinaos para aprisco del ganado situados en la fragosidad del monte. La fuente está escoltada por enormes encinas de curiosas formas; sólo por ellas merece la pena visitar el lugar. Además se tienen unas excelentes vistas sobre todos los valles. Abajo junto al río, está la finca Santa Clara, actualmente gestionada por los Hare Krisnas.

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El Montefrío

Almendros del MontefrioLa mayor superficie agrícola de Romancos se encuentra en poder de esta finca particular conocida como El Montefrío. El caserío se asoma al arroyo Berral a la altura de Valdelacueva. Famosas fueron sus bodegas que embotellaban buenos vinos claretes de las vides sembradas por estas alcarrias. Hoy, a parte de mantener la actividad agraria, la casona se ha adecentado como residencia de ocio para los propietarios, que disfrutan de la naturaleza y las vistas que desde allí se gozan.

Lo más llamativo de la finca es sin lugar a dudas la carretera que une ésta con los Yelamos o Budia, se trata de unos cuatro kilómetros escoltados de viejos almendros, por lo que transitarla cuando éstos están en flor es una maravilla. Además las parcelas colindantes están salpicadas de enormes encinas lo que da una sensación de dehesa cuando las cebadas y trigos verdean a finales del invierno.

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La Vega del río Tajuña

Vista al TajuñaEl Tajuña vertebra buena parte de La Alcarria y a pesar de ser un río humilde su curso está cargado de bellisimos paisajes, recoletas aldeas e históricas villas.
El río queda a occidente de Romancos a unos dos kilómetros de distancia. Un buen punto para empezar nuestra ruta a la vera del río, es el puente que lo cruza, muy cerca del "Empalme" -donde estaba la antigua casilla de peones camineros- que da acceso al pueblo. Desde este punto podemos recorrer el camino aguas abajo hasta Archilla o remontar su curso hasta Brihuega. Éste último camino es mucho más largo, pero a medio trecho encontramos el Barranco de Valdehita, y junto a él en un otero a medias cuestas, el solar que ocupó el pueblo del mismo nombre, a la vera del transitado camino de Toledo y que hoy apenas es un vago recuerdo en muchos de sus puntos. Este despoblado conserva las ruinas del ábside de su iglesia románica y el yermo solar de su amplio núcleo urbano.
Las orillas del río siempre rebosan vida, así podemos deleitarnos con las frondosas alamedas y fresnedas, pescar sus ricas truchas o apreciar el canto de las innumerables aves. El camino aparece jalonado en muchos de sus puntos de venerables y viejos robles que harán las delicias del fotógrafo y el amante de la naturaleza.

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