Entorno Natural
Romancos asienta en el valle del Berral, tributario del río Tajuña en su curso medio. Se trata pues de un lugar en el centro de la Alcarria Alta y como tal goza de los privilegios de esta genuina comarca castellana: su fabulosa y afamada miel, sus paisajes cambiantes que alternan y combinan de forma magistral. El bosque húmedo de robles, nogales o arces da paso en las laderas de solana al monte bajo de mil olores y sugerentes juegos de color y vida. Las fragosas vegas de choperas y fresnedas regadas por cientos de arroyos y ríos cargados de historia y como guinda el horizonte llano e inmenso de sus páramos, surcados de trigales, lavanda y montes de encinas tapizados de gayuba cuyo fondo natural son las sierras azuladas de Ayllón y el Ocejón por dónde se escapa el sol en las tardes de verano.
Romancos, es un encuentro de comunidades vegetales gracias a las distintas orientaciones de las laderas, la surgencia de manantiales, los materiales geológicos diversos y las diferencias de altitud que podemos encontrar en su término. El clima mediterráneo subhúmedo condiciona la variedad botánica, que se ve sujeta a fluctuaciones anuales de precipitación (entre los 450-850 mm anuales) y a las variaciones estacionales de temperatura (mínimas de hasta -17ºC en invierno y máximas que pueden rozar los 40º en pleno mes de Julio) la temperatura media anual se establece en los 12.5 ºC.
Los páramos o Alcarrias se alzan por encima de los 1000 metros sobre el nivel del mar. Se trata de una superficie generalmente llana u ondulada donde se dan grandes masas de monte de carrasca o encian. Éstos aparecen salpicados de aromáticas, enebros y hasta alguna sabina.
Los páramos se rompen de vallejos y barrancos, como el de la Tobilla, Patón o el Prao encima,o el propio barranco del Berral, razón de ser de este pueblo. Estos barrancos presentan comunidades vegetales bien diferenciadas en función de la orientación principalmente, así las laderas de umbria están ocupadas por quejiares o robledales, salpicados de espinos, aladiernos, cornejos o mamaurillos, lantanos, aligustres, guillomos, serbales y arces entre otros. El sotobosque aparece cuajado de musgo y hiedra que lo recubren todo o en peonias, díctamos, alfombras de gayba o curisosas orquídeas en los claros.
Las laderas de solana despliegan campos arbustivos salpicados de encinas, alguna coscoja, zumaque, espinos y rosales silvestres. Son muy abundantes los aliagares y tomillares que cubren los antiguos campos de labor abandonados. En estas laderas son también muy tipicos los olivares, abundantes aunque abandonados y poco a poco comidos por la vegetación autóctona.
El agua de los numerosos manantiales surge en los valles y da vida a una nutrida y repartida cantidad de huertas salpicadas de copudos nogales y otros frutales. Entre los cauces crecen mentas a los pies de membrillares y manzanos, avellanos e higueras. Además, el agua rica en carbonatos, crea piedra de toba a su paso dando lugar a rincones muy bellos en los que piedra, agua y delicados musgos y helechos son los protagonistas.
El paraje del vadillo alberga, tras el abandono de sus huertas de judías, un frondoso bosque de ribera compuesto por álamos y diferentes tipos de sauces, carrizales y junqueras debido a las lagunas someras existentes y que conforman un habitat exquisito para muchas aves.
Ya en el Tajuña, a la vera del río alcarreño por excelencia, encontramos más choperas, salpicadas de zarzales, fresnos, mamaurillos y avellanos que sombrean las frías aguas cuajadas de truchas y otros pececillos que son el bocado de las esquivas nutrias.
Romancos ofrece al amante de la naturaleza un variado ecosistema para disfrutar, así podemos visitar vegetación típica de zonas yesíferas con el espartal como protagonista, típico de la Alcarria más calida y sureña, y sin salir del término municipal visitar, en el páramo de Budia, una reliquia botánica como es el Pinar del Sexmo, con sus pinos piñoneros, jaras y robles melojos, espacio único en la comarca.
De todas formas, siguiendo cualquiera de los antiguos caminos y sendas, escoltados de robles, almeces o los monumentales restos de los antiguos olmos, el viajero podrá disfrutar de este bello rincón de la Alcarria, símbolo y esencia de la misma.